Tuve la dicha de disfrutar de mis vacaciones en Cali, Colombia. En esos 11 días que estuve, tenía en mente ver al menos un partido de la liga colombiana (Liga Águila, como se le llama actualmente) que fue Cortuluá contra Millonarios en el Estadio Olímpico Pascual Guerrero, y me topé con muchas diferencias, tanto culturales como logísticas, a como se vive un partido en Costa Rica. Cabe mencionar que Cortuluá ha sido local a lo largo de 2017 en este mítico coloso, ya que su estadio (Doce de Octubre) no cumple con los requisitos para partidos de clase A.
Lo primero con lo que me topé al llegar al estadio fue la larga fila, aún faltando poco menos de 15 minutos para que el partido empezara; aficionados de Millonarios en su mayoría, quejándose de la logística preparada para los que compraron su boleto. Ya que, según decían muchos de ellos, por la falta de presupuesto del equipo de Tuluá, se abrió solamente la parte occidental del estadio; además que solamente habían dos filas para requisar a los que entraban (quiero mencionar, para futuras referencias y si alguno desea ir a un estadio en Colombia: no se permite llevar cinturón (o faja), no se permite llevar la camisa del equipo visitante y es indispensable llevar el documento de identidad), una vez requisadas las personas, se procedía a revisar el documento de identidad y a tomar las huellas, lo cual atrasaba el progreso de la fila y como solo eran dos espacios habilitados para esto, se demoró más de lo esperado. Por esta razón pude entrar ya pasados 25 minutos del partido.
Una vez dentro del estadio, quedé sorprendido al ver tanta gente del equipo visitante, sobre todo porque Millonarios es un equipo de Bogotá, comparado a Cortuluá que es parte del mismo departamento (Valle del Cauca), ambos equipos traían sus barras, que estaban ubicadas en lo más alto de la parte occidental del Pascual Guerrero. La energía de los aficionados de Millonarios era la misma como si se jugara contra Atlético Nacional, pidiendo cambios, maquinando la estrategia, como si fueran los propios entrenadores. El partido terminó 2 a 0 a favor del conjunto bogotano con goles de Maximiliano Núñez al minuto 5 y el otro de Ayron del Valle al minuto 51.
Puedo destacar en diferencias al fútbol costarricense, primeramente el gran presupuesto que la calidad de un equipo como Millonarios maneja para comprar jugadores y manejar su cantera. También, lo físico que no es solamente el fútbol colombiano (aparte de técnico y preciso) sino también el futbol sudamericano en sí, donde hay mucho roce y una de las razones por las cuales jugadores de CONCACAF no soy muy cotizados por equipos de CONMEBOL.
Al salir del estadio, no hubo problema, pero llamó mi atención la cantidad de fuerza policial presente a las afuera, inclusive arrestos previos al partido que pude observar. Sin embargo, esta no fue razón para no disfrutar de un entretenido partido y para pensar en observar en algún futuro otro cotejo de fútbol colombiano.
Lo primero con lo que me topé al llegar al estadio fue la larga fila, aún faltando poco menos de 15 minutos para que el partido empezara; aficionados de Millonarios en su mayoría, quejándose de la logística preparada para los que compraron su boleto. Ya que, según decían muchos de ellos, por la falta de presupuesto del equipo de Tuluá, se abrió solamente la parte occidental del estadio; además que solamente habían dos filas para requisar a los que entraban (quiero mencionar, para futuras referencias y si alguno desea ir a un estadio en Colombia: no se permite llevar cinturón (o faja), no se permite llevar la camisa del equipo visitante y es indispensable llevar el documento de identidad), una vez requisadas las personas, se procedía a revisar el documento de identidad y a tomar las huellas, lo cual atrasaba el progreso de la fila y como solo eran dos espacios habilitados para esto, se demoró más de lo esperado. Por esta razón pude entrar ya pasados 25 minutos del partido.
Una vez dentro del estadio, quedé sorprendido al ver tanta gente del equipo visitante, sobre todo porque Millonarios es un equipo de Bogotá, comparado a Cortuluá que es parte del mismo departamento (Valle del Cauca), ambos equipos traían sus barras, que estaban ubicadas en lo más alto de la parte occidental del Pascual Guerrero. La energía de los aficionados de Millonarios era la misma como si se jugara contra Atlético Nacional, pidiendo cambios, maquinando la estrategia, como si fueran los propios entrenadores. El partido terminó 2 a 0 a favor del conjunto bogotano con goles de Maximiliano Núñez al minuto 5 y el otro de Ayron del Valle al minuto 51.
Puedo destacar en diferencias al fútbol costarricense, primeramente el gran presupuesto que la calidad de un equipo como Millonarios maneja para comprar jugadores y manejar su cantera. También, lo físico que no es solamente el fútbol colombiano (aparte de técnico y preciso) sino también el futbol sudamericano en sí, donde hay mucho roce y una de las razones por las cuales jugadores de CONCACAF no soy muy cotizados por equipos de CONMEBOL.
Al salir del estadio, no hubo problema, pero llamó mi atención la cantidad de fuerza policial presente a las afuera, inclusive arrestos previos al partido que pude observar. Sin embargo, esta no fue razón para no disfrutar de un entretenido partido y para pensar en observar en algún futuro otro cotejo de fútbol colombiano.